La Ruta de los
Vinos....¡¡solo por el nombre ya prometía!! Regada el día anterior con buenas lloviznas, empapando la
tierra, que buena falta hacía para poder disfrutar como se merece de una preciosa primavera,
llegamos a San Martín de Valdeiglesias de buena mañana y nublado el día, pero
con pronóstico de solazo. Desde abajo ya se veían marabuntas de bicis y
“biciclistas”, vaya ambientazo...
Como se viene
dando desde que, aquí una servidora comenzó a montar en bici, nos juntamos en
la carrera Dani, Jose y yo. La recogida de los dorsales y regalitos una
odisea, por la mala elección del lugar de entrega, una bodega-caserón-castillo,
a la que se accedía a un cuartito por unas escaleras unipersonales donde se
encontraban dos chicas repartiendo dorsales ¡a mil setecientas personas! Y lo
peor...los baños, que horror, que una mujer sabe de estas cosas y me pilló
volviendo de él, ya iniciada de la carrera, jeje... así que cogimos la bici y ¡a pedalear!.
Se me pasó decir
que había tres opciones a realizar para la marcha, (Vino blanco, rosado o tinto) y nos inscribimos a la intermedia, que era la Ruta del Vino Rosado, 37
Kms, comenzando como lo da la zona, por campo bastante
llano al inicio y gente amontonada como se predecia en toda carrera.
Al subir una cuestecilla
en los primeros kilómetros, tres animadores autóctonos desde sus sillas de coca-cola nos animaban, y a mi...¡¡mozaaa!!
Según vamos avanzando, por la aglomeración a Dani se le pierde la pista, de vez en cuando
digo “mira Dani”. Mas adelante reagrupariamos....
Empezamos a
tomar caminos estrechos, pedregosos, con barro y algún charco, pero muy bien, el
día se abre...espectacular!! Poca ropa era lo acertado y más cuando se formaban embudos en subidas, bajadas y tubos de paso bajo la carretera.
Después nos
metemos en un pinar con subidas consistentes y continuas, otras explosivas y
bajadas de infarto... yujuuuuu!!!! Subimos por pista forestal asfaltada pero muy bacheada. La zona preciosa,
verde, húmeda, cogemos altura con la bici y se ve el embalse de San Juan. Comentamos que esta ruta sin tanta gente debe ser chulísima, osea que a los ausentes.....¡la repetiremos!
Al final se engancha
a Dani...¡en el avituallamiento! Harto de comer y beber, y con la mochila
repleta de mini-salchichones (comida perruna) ¡¡que debe ser que es bueno para
recuperar!!
Nos ponemos en
marcha cuesta abajo otra vez, una bajada rápida, que con la barriga llena se va
mejor, el camino empieza otra vez a estrecharse por senderos llenos de jaras,
arbustos de monte varios, pino silvestre. Tengo la fea
costumbre de sacar el pie izquierdo y querer bajar por la derecha con lo
que... me caigo y ahí en el suelo me dice Jose: “que te ha pasao”... Pues ¡¡que me he caído coño!! Jeje.
Continuamos y rápidamente
llegamos al segundo avituallamiento. Ni paramos
casi, para continuar atravesando por otro pinar más, en el
que estuvimos paramos bastante tiempo debido al atasco que se había
formado en una bajada estrecha, que luego comprobamos que no tenía ninguna dificultad. Pasamos la
carretera y llegamos a meta. BIEN!!
Fotito de rigor
posando los tres, y ¡a lavar la bici! En el lavadero que había puesto la
organización, me dijeron en tres ocasiones, por si no me había enterado: ¡Silvia no ruedes la bici después de lavarla! Que os den por culo
a los dos...(jejejeje)
Así que
aprovechando que la carretera de San Martín pasa por Móstoles, vamos a tomar una
cañita por lo bien que lo hemos hecho. Da gusto pasarlo bien en buena compañía...
Crónica by Silvia
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